Drama y nitroglicerina

Drama y nitroglicerina

lunes, 7 de marzo de 2016

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Para desnudarme sólo tengo que decir que
amo la palabra.
Llevo una vida clavando mis dedos en su tierra para entender su origen,
sus raíces
y rendirme a ella.

Tengo un mechón blanco en mi pelo desde hace justo 20 años
y no sé si es por duelo
o por un golpe certero de madurez anticipada.

Creo en Dios y rezo
y al incrédulo le pregunto cómo puede haber tanto dolor y tanto placer
nacidos de la nada.

Cometo pecados cada día,
cada mañana,
cada instante,
hasta construyendo sueños en la narcosis más profunda peco.
Y peco porque amo.

Soy transparente,
me presento a las batallas a pecho descubierto.
No tengo nada que esconder.
Y aunque a veces me tachen de imprudente,
no combato sin escoger las armas y la táctica primero.

Dicen que vivo las cosas con demasiada intensidad,
y yo me pregunto:
sin pasión
¿qué sentido tiene vivirlas?
Antes vida con heridas de muerte
que muerte sin rasguños.

Amo el olor de la tinta
tanto como el olor de la piel de esos amores
que se cuelan por los 5 sentidos
y se alojan en el sistema nervioso como forma etérea de vivencias no escritas.

Me deleito con el color azul
pero ante la vida escojo el rojo,
el rojo del vino,
el rojo de la sangre
y el rojo de la tinta con la que escribo cuando me toca expoliar el alma.

Y esa sangre es mi prioridad,
la que me une a los míos
porque los míos son hogar
y el hogar reside en mi pecho.

A veces creo que el alma está en el ombligo
pero otras pienso que es algo vivo y en movimiento,
que se trata de ese temblor que recorre mi espina dorsal
cuando entra en juego algún campo gravitacional.

Tengo miedo a la muerte
porque Dios aún no me ha contado si pasada la barrera podré seguir amando.

Prefiero dar que recibir
y aunque suene a tópico,
recoger una sonrisa es la mejor condecoración
cuando luchas por dejar tu huella en otras entrañas,
en otro ombligo,
quizás,
en otra columna vertebral.

Dicen que estoy enamorada del amor,
que domino la palabra y la manejo a mi antojo

Y yo me paro y pienso que me enamoro a mi antojo,
que el amor me domina

y la palabra me encarcela.

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