INOCENCIA
Está sentado en el sofá,
las piernas le cuelgan,
aún le queda mucho por crecer,
las balancea
y es un movimiento feliz.
Me mira fijamente y sonríe,
me cuenta que los mayores no debemos preocuparnos,
que lo van a lograr,
unos investigadores están haciendo una pastilla para que vivamos para siempre,
que se lo ha contado papá.
Es su consuelo para la eternidad,
su sonrisa se acentúa y afirma como un hombre seguro en el cuerpo de un niño:
tú, Coqui, también vivirás para siempre.
Vuelve a sonreirme y cambia de tema con la rapidez de un instante.
Coqui, ¿quieres jugar conmigo?
Y mientras yo pienso,
Toda la vida amor,
toda esa eternidad quiero jugar contigo.
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