Drama y nitroglicerina

Drama y nitroglicerina

viernes, 22 de enero de 2016

CARDIOPATÍA

Tenía una cardiopatía con nombre de mujer.
Analizaba la fonética y la fonología de algunas palabras.
Mitral sonaba a roca.

Lo pronunciaba despacio como para alargar el tiempo entre pulsaciones.
Era como un éxtasis precario.

Entre toda la fortaleza que le imponía la vibración de la erre en su lengua,
sentía un chasquido extraño
que le acercaba a la raíz de su Talón de Aquiles.

Llevaba algún tiempo que un metal frío lo traspasaba,
como esa lanza en el costado con la que puedes sobrevivir
hasta el día en que se separa de la carne.

Buscaba la manera de transformar la palabra ventrículo en ventrílocuo
y por una vez poder ponerle voz a su propia vida.

Un retorno mal escrito de la sangre decidía su historia.
No acababa de comprender aquella avería
si la prudencia y la prevención eran sus ases en la manga.

Era un kamikaze vestido de un lenguaje políticamente correcto.

Se quedaba en silencio
y podía escuchar aquel líquido caliente y viscoso que canalizaba su cuerpo.
Desde los dedos al cuello y ahí,
un pinchazo certero de inseguridades sin tratamiento.

Quería volar más allá del blanco al que alcanzaban sus ojos,
pero al mirar hacia arriba sólo veía la verdad,
la sociopatía propia de una sociedad que vivía a la velocidad de la luz.

Dejó de usar la expresión gastar el tiempo por vivir el tiempo,
devorar el tiempo,
luchar el tiempo,
lamer el tiempo
y abrazarse al tiempo como un recién enamorado.

Nunca supo si el amor era una causa o una consecuencia,
un detonante o un daño colateral.
Sólo pudo llegar a entender
que tenía una cardiopatía con nombre de mujer

y que ella no era la cura.

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