TINTA FERROGÁLICA
A veces para escribir hay que ponerse las mejores galas,
en cambio,
a veces hay que desnudarse y librarse de todo pecado.
Para escribir hay que rezar y expiar el alma
o quizás arder en el infierno.
En ocasiones es mejor organizar una pequeña revolución
y emborronar el alma,
pero a veces la vida te pide cordura,
la cordura calma,
la calma vida
y así en un ciclo confuso.
A veces para escribir hay que evitar usar tinta ferrogálica
para que no se ensucien las palabras
de prejuicios difíciles de limpiar.
Hay momentos para escribir siendo herida, dentellada y dolor.
Pero otras tienes que ser elegante,
calzarte la piel del prójimo y simplemente amar la letra.
Cuando te obliguen, escribe con orgullo,
revuélcate con tu ego y hazle el amor como se lo harías a tu
peor enemigo,
aquel que cuando te vayas deberá amarte para siempre.
Sin embargo, a veces se humilde,
calla y aprende a
leer,
a leer entre líneas,
entre vistas cansadas,
enajenando vanidades.
Siéntate delante de un papel y hazte entender,
pero a veces haz que el lector tenga que zambullirse en tus
entrañas,
entonces entenderás quién te ama y quien te despedaza desde
dentro.
Pero sobre todo, cuídate,
cuídate cuando escribes porque la carne viva con alcohol
escuece
y el corazón amigo,
por mucho que te digan lo contrario, sólo tiene una
oportunidad en la vida.