Drama y nitroglicerina

Drama y nitroglicerina

martes, 10 de septiembre de 2013

Incertidumbres ajenas
que desvisten recuerdos que no hemos vivido.

Y en un espacio y tiempo distintos
se mantienen las manos alzadas,
mientras nuestras espaldas heridas
son distancias mal calculadas.

Mil formas de encuentro,
mil habilidades para tejer raíces de tinta y cuero.

Cuerpo a cuerpo,
silencio a silencio.
Locuras de verso
escritas en prosa cuerda y desgastada.

Ojos clavados en horizontes mal trazados por
pulcras similitudes de historias bien acabadas.

Descensos a lo profano,
búsqueda de lo venerado,
y en un laberinto de miedos

devociones por los instintos más deseados.
PUNTOS SUSPENSIVOS, TRATOS NO HECHOS

Alarde de madurez tardía,
piropos insensatos
y una primera vez
para darte las buenas noches.

Empezamos de nuevo,
te encantó animarme el día
y disfrazamos botellas
con 5 estrellas de purpurina.

Sobreviví a llamarte guapa a la cara,
sonó a lo lejos la versión de vete
y recordamos aquello
de que la edad son números
y los números son de mayores.

Entre reflexiones cotidianas
llegaste a la conclusión
de que el amor no basta,
ni bueno ni grande.

Pusiste entre mi cuello y la pared tu espada
y preguntaste directa:
y si el amor de tu vida pasó,
¿ahora qué buscas?

Te contesté inequívocamente
que mi vida es a cada segundo que la vivo,
y ahora busco al amor de mi vida
de este preciso momento.

El día que descubriste que escribía,
hacía tiempo que lo intuías.
Y empezamos nuestra letanía
de tratos hechos que no cumplimos.

Te apunté en mi agenda
un viernes cualquiera
con una cara sonriente tachando el día.

Y volvimos a pasar las horas hablando,
concluyendo derroches de palabras
sobre dónde empieza la impaciencia de los demás
y dónde termina mi libertad.

Esperando a que amaneciera,
y es que eternamente de noche no iba a ser,
me perdí entre bonitas sonrisas
y comenzaste con un buenos días y dulces sueños.


No veías el fin aún,
y entre el sol escondido
y una batalla de dióxido de carbono,
hidrógeno y nitrógeno,
comenzamos por segunda vez de nuevo.

Yo a la plaza y tú a la playa
porque Lo Imposible es estar
a media noche en París,
en una exposición en Nueva York
o en nuestra boda en las Vegas.

Me diste perspectiva
pero de esa noche no hablaré,
porque podría escribir
toda una antología.

Entre Grandes Esperanzas
evocaste tu pasado.
Y yo,
aunque no vivo de recuerdos,
planteé mi rosario de errores
que cargo sobre mi espalda.

Cómo voy a corregir
lo que ya he vivido,
lo que ya he sentido
y lo que ya me ha destruido.

Camino a Soria,
me quité el corazón,
me puse un reloj suizo
y froté mis cicatrices con un estropajo.

Pospusimos una botella,
porque la vida de todo el mundo
se escribe igual,
y tú y yo no estábamos
en el mismo tiempo ni lugar.
Mi jardín de margaritas
y el tuyo de girasoles.

Especulando con la economía del corazón,
te conté que la música
me construye y me destruye
a la misma velocidad que las mujeres
cuando me enamoro de ellas.
Talón de Aquiles.
Amén.

Puntos suspensivos que desconciertan.
Y llegó la primera prosa
y la primera poesía que me desnudaste.
Entre afirmaciones profundas
confesaste que hay dolores que te gustan.

La muerte de un chino era irremediable
y no había que cambiarle la cuerda,
esa era la peor idea del mundo.
Las cosas acaban,
nacen, mueren y la eternidad es mentira.

Bendito infierno,
benditos besos,
bendita espalda.
Pero esto no es una declaración de amor.

Darle nombre de libro a algunos momentos,
ponerle banda sonora a nuestros últimos minutos,
retarte a duelos,
seguir con los tratos no hechos
y que me exijas tus margaritas.

Recuerdos de un primer contacto visual,
proposiciones indecentes para tardes de domingo.
Puntos suspensivos.
Punto.
Punto.
Punto.

Reproches de inconsciencia
y sacarle la misma raíz a coraza y corazón.
Porque para mi,
romper un corazón ajeno es el peor de los pecados.
Pero según tú, no se puede evitar.

Resumimos de nuevo,
y me frenaste a 10 palabras por hora.
Si algún día me caso, será contigo en las Vegas.
Cuentos, poemas, romper corazas,
Moleskine, tinta y soplete.

Y me analizas y dices
que estoy enamorada del amor,
mientras te pido que me expliques
dónde empieza y dónde acaba la tripa.

Me afano en una conquista imposible,
y ¿si pudiera hacer algo por ti?,
pero perdí la varita en alguna otra batalla.

Te sorprende mi atracción
por ver fumar a una mujer.
Y es que en toda explosión,
hay un explosivo y un detonante.

Te miento y me escucho decir:
“hace tiempo que no siento
un escalofrío por mi espalda”.
En realidad,
en ese preciso momento
lo  estoy sintiendo.

Para ti los latidos del corazón
suenan a flamenco y mientras,
mi contador de latidos arde
en nuestro infierno donde acabaremos
discutiendo en silencio.

En este dejà vu constante
entre tus olvidos y tus recuerdos,
me abro el cráneo
para sacar mi sentido común
castigado a una caja.

Algo dentro te ciega,
me quemas, te freno.
La realidad que no quiero,
la presento en bandeja
y te alejas.

Camino sobre mi propia hoguera
y te presento
mis felicitaciones suicidas.
Mis cenizas se vuelven tu hielo.

Después la nada,
vacíos inconstantes
y goteos insuficientes
que me empujan al olvido.
Pero…

¿cómo olvidar tus puntos suspensivos?

BESARTUESPALDA

Hay quien critica lo que escribo
porque repito demasiadas veces el verbo besartuespalda.
Lo llaman obsesión.
Y yo a ellos incrédulos del amor.

En tu espalda
empieza la gloria de algún Dios canalla
al que caí bien
y me concedió tu cuerpo-paraíso.

Terrenal o no
pero mío,
casi mío,
medio tuyo,
todo nuestro.

Es que tu espalda es elocuente.
Me susurra versos que luego le escribo.

Tu espalda es que es denunciable.
Pecado,
delito,
no lo sé,
pero alguien me acabara juzgando por ella.

Tengo sed de sus movimientos,
si te quedas quieta me seco.

A veces se vuelve purgatorio
y el alma se me escapa hasta el ombligo
hasta que me levantas el castigo
y me dejas besarla de nuevo.

A veces la tapas tanto que es infierno.
Voy quitando prenda a prenda
y se me olvida la expiación de mi alma.

A veces parece que estoy peregrinando por ella,
y en vez de saberme el camino
me pierdo en la cartografía confusa de tus lunares.

Y tú te ríes porque me intuyes y me prevés.
Sabes que de tu boca me escapo a tu espalda.

Y sientes las cosquillas de mis labios
rozándote a 120 besos por minuto.
Tantos besos como pulsaciones de felicidad
por perderme en tu cuerpo-paraíso.

Jamás mis versos serán comerciales,
ni originales y quizás sean repetitivos.
Tanta espalda para nada, dicen.

Pero poco me importa,
como si arde todo el papel del mundo y la tinta se agota.
Yo puedo escribir todo un credo
con la saliva de mi pecado favorito.

Besartuespalda.