Drama y nitroglicerina

Drama y nitroglicerina

viernes, 25 de octubre de 2013

LA CARA B DE UN POEMA

He intentado ser cordial, 
distante.
alejarme.

He intentado no ponerle ni sangre ni pasión a un poema.
Y lo he logrado.
Lo he leído y me he asustado al ver que no era el reflejo de mi.

He rozado la corrección.
He hecho de mi poesía 
burocracia. 

Desapego efusivo.

Hasta que me he dado cuenta que me mordía
el labio
y las ganas.

Entonces, he dejado la corriente abierta.
Me he inducido a la plena libertad de expresión
y he escrito la cara B de un poema.

No hay poesía si no sabe a saliva,
si no roza a ritmo de beso,
si no te revuelve las entrañas 
para demostrarte que estas viva.

Y a ti, 
mi cara A 
te había escrito un poema
con más valor en papel que en contenido.


Analizando las circunstancias
parecía una disciplina necesaria
la de narrar un poema de inicios descontextualizados.

Pero narrar, no se narran versos.
Los versos, como siempre digo, se sangran.

Y ahora que el reloj marca la 2 A.M.
que me parece casi un pecado no pecar en cada estrofa,
sostén en tu mano la cara B de este poema
porque esta noche voy a pedirte que bailes conmigo.

Sigue así, 
paseándote cada mañana por mi primer pensamiento,
de los últimos y de los próximos días que nos quedan para conocernos.

Pero así,
con el arco perfecto de una espalda 
en el rincón onírico de besarla sin pretensiones fallidas.

Así,
con una sonrisa magistral
pero que revele la apetencia 
de un paseo de mis labios por ella.

De alguna manera así,
limpiando con la intriga de lo nuevo
las hojas secas de historias precedentes que ajaron los deseos.

Poder hacerlo así,
desabrochando las vendas que me atan los brazos al pecho,
dejándome hacer naipes con castillos,
permitiéndome besar una frente que tapada calla más que habla.

Y así,
construyéndote en una narcosis 
a tu propia imagen y tu propia semejanza.

Queriéndote hacer perfecta,
sentir perfecta,
denotar perfecta.

Y que con cada uno de tus defectos 
me inculques
el cenit de ese placentero dolor 
que se siente entre la curiosidad previa y lo que nunca seremos.

Pero sigue, 
sigue así,
desbroza las malas hierbas que oxidan mi capacidad de conquista.

Déjame recuperar esa avidez que me caracteriza
cuando las palmas de mis manos se calcinan
por someter a estrés mis mandíbulas que no llegan a morder
suave y lento
tu cuello.

Sin más, pero así,
esbózame el camino de la cultura a tu boca, 
de tu boca a tu pecho
y haz que termine el trayecto a los pies de tus instintos más inconfesables.


Así,
pero sin perder las ganas,
sin olvidar que el destino no pasa por algo, 
pasa por alguien.

Agárrate a mi cintura aunque lo hagas en la fase REM de mis desvelos.

Quédate así, 
como el primer día que descubrimos que leíamos a los mismos poetas.

Léeme así,
pero no leas mis versos,
lee mis labios que desprenden el calor que se adelanta a la rutina.

Y no, no caigas en ella, 
cae sobre mi pecho
y ya después decidimos si ser cordiales o no.

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